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La máxima expresión de la debilidad de un régimen

No podrán

Publicado: 2011-12-07

Esta película ya la he visto antes. Pero tengo una mala noticia: la represión no va a funcionar.

Hoy, el Gobierno Regional de Cajamarca ha denunciado que el Ministerio del Interior ha bloqueado sus cuentas bancarias, impidiendo así el normal funcionamiento de todo el aparato regional.  En estos momentos, “para pagar pensiones y salarios hay que solicitar al equipo encargado de la ciudad de Lima”, explica Gregorio Santos en su muro de Facebook. Así pues, con la excusa del Estado de Emergencia y las protestas, se centralizan todas las decisiones en la capital: el Gobierno Regional democráticamente electo se convierte en un simple CTAR capturado por el Ejecutivo, como en tiempos de Fujimori.

Es gravísimo. Pero  no es lo único.

Ayer, cinco dirigentes sociales y el taxista que los transportaba fueros ilegalmente retenidos durante 10 horas en la Dirección contra el Terrorismo. El secuestro policial se produjo cuando los líderes salían del Congreso tras reunirse con la Comisión de Pueblos Andinos y Medio Ambiente. Por si fuera poco, varios de los detenidos habían estado reunidos en Cajamarca, dos días antes, con el premier Lerner y el ministro del Interior, Óscar Valdez.

Recuerdo haber cubierto en febrero del 2010 una noticia similar: “El colmo: detienen a dirigente campesino en la puerta del Congreso de la República”. También se trataba de un líder cajamarquino, Oscar Romero, y de un conflicto socioambiental. No era el único caso: a Pedro Condori, líder sindical de Casapalca, también lo habían detenido cuando salía de una reunión en el Ministerio de Trabajo. “Parece que ya no hay ninguna seguridad de que los espacios de diálogo con el Estado no sean utilizados para llevar a la práctica la persecución contra dirigentes sociales”, comenté en ese momento.

Por si fuera poco, ahora “periodistas” y operadores políticos quieren legitimar la represión enfocando las luces en un activista social que ha purgado prisión por haber sido miembro del MRTA. Pero lamento tener que contarles que esto también lo intentó Alan García, cuando encarceló durante meses a Roque Gonzáles y otros seis ciudadanos.

Pero ni los conflictos socioambientales ni las luchas sindicales y ciudadanas se detuvieron por esos actos de matonería policial y macartismo.

Anteayer, unos 400 jóvenes que nos movilizamos pacíficamente en solidaridad con la lucha cajamarquina fuimos golpeados y reprimidos con gases lacrimógenos por la Policía. No había ninguna razón para ello: no éramos un peligro público, ni estábamos realizando ningún acto de violencia. Durante la época de Alan García, quien también jugó a la represión, cualquier protesta juvenil en el centro de Lima era acallada de la misma manera. Mis amigos de Ciudadanos de Segunda Categoría, algunos de ellos miembros del actual Gobierno, seguramente lo recuerdan muy bien. Pese a los golpes y atropellos policiales, la indignación no dejó de crecer.

El domingo, tras inaugurar la jornada con una inoportuna parada militar y movilizar a la Policía en vehículos que brindan servicio a la empresa Yanacocha, el premier Salomón Lerner sostuvo un diálogo con las autoridades y gremios de Cajamarca. Cuando ya habían llegado a cuatro importantes acuerdos, los representantes del Gobierno exigieron que se firme de inmediato y no accedieron al pedido de un plazo de 24 horas para analizar el tema. Tras romper el diálogo de esa manera, el Gobierno declaró Estado de Emergencia.

Alan García también utilizó el Estado de Emergencia para tratar de “solucionar” los conflictos sociales. Cuando recién cumplía seis meses en el poder, García ya había usado esta figura dos veces: en Chiclayo y en Abancay. Ollanta lleva cuatro meses y ya declaró un Estado de Emergencia, ¿alcanzará el récord de su antecesor?

No lo sé. Lo que sí sé es que así no va a conseguir el “principio de autoridad” y la “paz social” que tanto dice anhelar. Por más líderes que meta presos, por más represalias que tome contra los gobiernos regionales, por más estados de emergencia que declare, este no es el camino. No les va a ligar.

El autoritarismo, para tener éxito, necesita estar fuertemente legitimado en el imaginario de la gente. El autoritarismo no es sólo sacar a pasear a los militares con sus armas. Esa es la expresión mayúscula de la debilidad de cualquier régimen.

Fujimori, por ejemplo, un autoritarismo de derecha, tuvo éxito no principalmente por Colina, sino por Sendero: el miedo y el desorden legitimaron “decisiones drásticas” como el golpe de Estado, la desaparición de los gobiernos regionales de entonces, la intervención a las universidades, etc. Además, la crisis económica y la ineficiencia absoluta del Estado empresario justificaron la imposición del neoliberalismo como “única opción”.

Velasco, en tanto, un autoritarismo “de izquierda”, no tuvo éxito principalmente gracias a las armas, sino gracias a que el país vivía una extrema convulsión social y exigía reformas profundas, como la agraria, que la “democracia” no lograba impulsar. Cuando ocurrió el contragolpe y Morales Bermúdez estancó la “revolución”, la represión se convirtió en el único sustento del régimen. Tras el paro nacional de 1977, la dictadura militar despidió a 5 mil dirigentes sindicales, pero dos años después tuvo que entregar el poder a una Asamblea Constituyente.

¿Cuál es el contexto social que explica que Ollanta sea Presidente?

¿Acaso en ese contexto hay alguna crisis total que haga viables los sueños fascistas que, parece, comparten Aldo Mariátegui, Fernando Rospigliosi y Oscar Valdez (quien, a la sazón, es egresado de la Escuela de las Américas)?

Porque, hasta donde yo recuerdo, Ollanta Humala pasó a segunda vuelta gracias a que el 30% pedía “cambios radicales”, y ganó la segunda vuelta gracias al 20% que votó contra el autoritarismo fujimorista. El contexto permitía, en el peor de los casos (y ese era mi gran temor, y el de muchos) la tentación de imponer un autoritarismo nacionalista. Pero que ahora me digan que es posible no hacer ningún cambio, viajar en el avión de Yanacocha y encima imponer “la gran continuación” de manera autoritaria, pues me parece que no sólo es falta total de coherencia política, sino además falta total de capacidad de análisis político.

O, dicho en otras palabras, estos aprendices de brujo no van a darnos miedo. Su represión no va a funcionar. Los casi 200 muertos por excesos policiales durante el Gobierno de Alan García no sirvieron para “recuperar el principio de autoridad”, por el contrario, la represión le echó más leña al fuego.  Y si tienen planes represivos más siniestros, su proyecto se va a caer sobre sus pies de barro. Porque cuando la gente quiere que le pregunten sobre minería o que le pidan permiso para hacer una cárcel en una zona, no está pidiendo más autoritarismo: está pidiendo más democracia, una democracia más profunda.


Escrito por

runa

Hace años mi chapa en la Internet es runa, es decir, "ser humano". También me llaman Paul E. Maquet. Treintitantos años. Intereses múltiples


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